sábado, 20 de agosto de 2011

Rendición de cuentas de los Legisladores

La rendición de cuentas nace con la democracia representativa y es la mejor manifestación del sistema de pesos y contrapesos exhibida en regímenes con separación de poderes claramente definida.

En la concepción lockeana de la administración pública se observa una inclinación a limitar el ejercicio del poder, ya que toda autoridad política del gobierno es conferida para propósitos limitados y puede ser revocada si se verifican excesos y/o abusos en perjuicio de la soberanía popular.

Para entender en su máxima dimensión el proceso de rendición de cuentas, debemos asirnos del término inglés “accountability”, que  aunque no tiene en el idioma español su equivalente exacto, debemos señalar que el mismo nos da la idea de la condición obligatoria que tienen los funcionarios públicos de responder por sus acciones (answerability) informarlas y justificarlas, así como, de someterse al rigor de las debidas sanciones (enforcement) que se deriven del incumplimiento de sus responsabilidades.    

La constitución de la República Dominicana proclamada en enero del 2010 establece en su artículo 92 que  “los legisladores deberán rendir cada año un informe de su gestión ante los electores que representan”, obligando así a los congresistas, a mostrarle a sus representados cuál  ha sido su desempeño durante cada año de gestión parlamentaria.

Esta conquista constitucional le brinda la oportunidad a los electores de conocer, más allá de la esquizofrenia proselitista, quienes cumplen con su verdadero rol de legislador, lo que al momento de elegir nuevamente a sus representantes, les permitirá realizar una escogencia apegada a criterios de eficiencia en esa función pública.    

En vista de que este 16 de agosto se cumplió un año de labor legislativa y aprovechando que es la primera ocasión que los electores disfrutarán de este derecho, sería interesante que los congresistas que no han cumplido con este mandato constitucional, lo hagan, para beneficio de la institucionalidad de la nación.

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sábado, 13 de agosto de 2011

Despolitizar el sector eléctrico?

De repente se escuchan reducidas voces comprometidas con el actual modelo eléctrico de la República Dominicana, pidiendo que se “despolitice el sector eléctrico”. Pero cuál es realmente el interés de estos mensajeros del fracaso? A juzgar por los resultados debemos decir que estos pronunciamientos no son más que un grito de desesperación al ver que el modelo y las personas a las cuales apostaron han hundido al sistema eléctrico en un círculo perverso de pérdidas comerciales inacabables, déficit anual creciente y sobretodo de mucha insatisfacción en una población que votó para que una visión política los gobernara y les suministrara ese servicio “a precio razonable, en cantidad suficiente y con la calidad necesaria”.
Una de las principales características de los regímenes democráticos es la existencia de distintas expresiones políticas, nucleadas en partidos políticos que ante el electorado presentan propuestas en las cuales muestran la manera en que ejercerán la función pública una vez alcancen el poder. Luego es potestad de quienes gobiernan designar, de acuerdo a la Constitución y las leyes, las personas que han de ocupar las posiciones públicas.
Estas designaciones se tornan más fáciles para las autoridades y mucho más beneficiosas para la población cuando la visión política que alcanzó el gobierno, tiene en sus filas buenos profesionales en el área en cuestión, lo que garantiza que ese cargo público no solo será desempeñado con el criterio técnico-profesional requerido, sino también, con el cuidado y compromiso de ver realizado los propósitos generales de la organización política que convenció a la población y por la cual ésta sufragó.
Para estos heraldos entreguistas, despolitizar el sector eléctrico significa borrar toda influencia del Estado en este servicio público. Esto implicaría dejar a los usuarios indefensos en las manos del sector privado, que de manera incomprensible obtiene, años tras años, cientos de millones de dólares de beneficios en un mercado que es molestosamente deficitario.

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sábado, 6 de agosto de 2011

Dos años de involución en el Sector Eléctrico

La CDEEE es la principal institución del sector eléctrico dominicano, de acuerdo al artículo 138 de la Ley  General de Electricidad 125-01, que le asigna el rol de coordinar las empresas eléctricas y en la coyuntura presente su papel es mucho más protagónico  ya que también es un holding de empresas, propietaria de las tres distribuidoras de electricidad, de la Empresa Generadora de Electricidad Hidráulica EGEHID, de la Empresa de Transmisión Eléctrica Dominicana ETED, del 50% de las acciones del Estado en las Empresas Generadoras ITABO y HAINA, por lo cual podemos afirmar que como marcha la CDEEE, marcha el sistema eléctrico nacional.
Lamentablemente la CDEEE no ha marchado bien estos dos últimos años, pues a pesar de que la vicepresidencia ejecutiva de esa institución a disfrutado en ese tiempo de un incremento acumulado en la tarifa superior al 20%, las pérdidas hoy están varios puntos porcentuales por encima del 34% que encontró al llegar.
La actual gestión eléctrica ha involucionado ese sector, ya que de 700 millones de dólares que fue el subsidio para el año 2009, el promedio anual durante sus dos años de administración será, aproximadamente, de 1,050 millones de dólares.
Otro elemento que muestra el carácter regresivo de la CDEEE en estos dos últimos años, es que su vicepresidencia ejecutiva no ha instalado ni siquiera un solo megavatio nuevo en el parque de generación. No puede atribuírsele a la actual administración la instalación de las plantas de la empresa generadora LAESA, pues éstas habían sido puestas en línea muchos meses antes por la gestión que le precedió y esto es comprobable con las transacciones económicas del mercado eléctrico.
La demanda de electricidad en nuestro país tiene un crecimiento vegetativo que oscila entre 4 y 6% anual, por lo que debemos añadir al glosario de infortunios  provocados por la presente administración de la CDEEE, un déficit acumulado en la demanda de 10%, que ensancha el histórico ya arrastrado.
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viernes, 29 de julio de 2011

Fondo de Estabilización de la Tarifa

Los recursos que el Estado dominicano ha tenido que destinar para cubrir el creciente déficit del sector eléctrico han forzado a distintos gobiernos a obviar, inclusive, la aplicación de algunos programas proyectados en el marco de sus políticas sociales.
El Fondo de Estabilización de la Tarifa Eléctrica (FETE), ha sido una de los componentes que integran ese déficit y consiste en un mecanismo mediante el cual el Estado no transfiere a los consumidores finales todo el incremento de los combustibles, aplicando una tarifa inferior a la resultante del cálculo, asumiendo así, la diferencia entre ambas. Dejar fluctuar la tarifa eléctrica, como indicó el FMI en la reciente revisión de la carta de intensión implicaría eliminar este componente del déficit y con ello se aplicaría la tarifa técnica, con la cual los clientes de las EDE’s tendrían que asumir totalmente cualquier variación en los precios de los combustibles.
La aplicación de la tarifa técnica ha sido uno de los más grandes anhelos de la parte privada del sector eléctrico desde el momento mismo de la Capitalización, pues ésta les permitiría transferir de manera directa a los consumidores, todos los costos de la cadena de producción, transmisión, distribución y comercialización de la electricidad. En vista de que por primera vez, desde la “reforma eléctrica”, los empresarios dirigen las empresas eléctricas estatales, pareciera ser que ha llegado el tiempo de ver realizado ese funesto sueño.
Aunque la lógica económica establece que el precio final de un producto debe contemplar todos los costos en que se incurran para llevarlo al consumidor más cierto beneficio racional, en el caso del mercado eléctrico dominicano esto no aplica aun, pues se trata un mercado con costos de producción no transparentes.
Por lo tanto, antes de dejar fluctuar la tarifa, hay que transparentar los costos. 


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sábado, 23 de julio de 2011

Marranzini ya fracasó en la CDEEE

MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.
Con estas palabras escritas por el dedo divino en la pared de una habitación saturada de soberbia y embriagada de poder, se puso fin al imperio babilónico dirigido entonces por el rey Belsasar.
La escritura en el idioma arameo decía: “FUISTE PESADO EN BALANZA Y TE ENCONTRARON FALTO…. Efectivamente, horas después el ejército medo-persa se apodera de todo el imperio.
Tratando de seleccionar los adjetivos que califiquen la actual gestión de la CDEEE, opté por remontarme al referido episodio bíblico, debido al fracaso común que entre ambos existe.
Como un gran fracaso debemos definir una gerencia encabezada por alguien que simplificó la problemática eléctrica del país a la aplicación de “Administración 101”, que a todas luces no le ha funcionado.
Tiene que ser un fracaso una vicepresidencia ejecutiva que no haya sido capaz de proyectar adecuadamente el déficit del sector eléctrico para los años 2010 y 2011, presupuestando tan solo 350 millones de dólares para cada año, sin embargo, en el primero se debió quitar el 20% a las instituciones públicas para completar los 930 millones de dólares del déficit resultante.
Igual situación se nos presenta para este año, ya que los 350 millones proyectados pudieran convertirse en más de 1,000 millones de dólares al final del período, por lo cual ha sido necesaria una reducción de un 12% del presupuesto de las instituciones públicas.
Tengo que definir como fracaso una gestión que a pesar de haber recibido más  poder que todos sus predecesores, no ha podido reducir las pérdidas, aumentar las cobranzas, incrementar el CRI y reducir el déficit, no obstante haber despedido más de 4 mil empleados.
A pesar de que este fracaso tiene un rostro visible, arrastra consigo a políticos, empresarios y comunicadores que apostaron a un “gurú” que les ha decepcionado.
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Crecimiento Económico, Progreso y Desarrollo.

I de III
El crecimiento económico de una nación revela el incremento de su producto interno bruto o lo que es igual de la sumatoria de sus riquezas, en un período determinado. Sin embargo, es preciso señalar que este indicador macroeconómico es medido en un punto de la cúspide de la montaña en el cual la temperatura puede ser totalmente diferente a las encontradas al pie de la misma, sin que esto implique un desconocimiento de las mediciones realizadas.
Este crecimiento no impacta, necesariamente, las economías individuales de los ciudadanos si al evaluar sus componentes notamos que los rubros que agregan valor de manera masificada a la nación han crecido muy poco, se han quedado estancados o peor aún, han decrecido. Es por ello que todo crecimiento económico debe considerarse sostenible en la medida en que tienda a desarrollar un clima de producción interna con la activa participación de la micro, pequeña y mediana empresa. Que promueva procesos de industrialización nacional, facilitando el acceso a bienes y servicios en condiciones que les permita producir de manera competitiva, tanto para el mercado local como para el internacional.
Para ser objetivo en toda evaluación macroeconométrica, el crecimiento económico debe ser considerado tan solo como  una de las variables que definen un indicador mucho más holístico y superior, el bienestar económico.
Cuando se habla de crecimiento del bienestar económico, no solo hacemos alusión al incremento del PIB, sino también al aumento en la esperanza de vida y la salud, mayor calidad del medio ambiente, de la libertad política y la justicia social. Incluso se refiere a la producción en el hogar, disponibilidad de más tiempo libre, calidad de la educación, acceso a los medios de producción, etc. El crecimiento del bienestar social, como indicador, es mucho más humano y sincero que el crecimiento económico, medido con el PIB.   
II de III
Al evaluar el concepto “progreso” aplicado a la economía de una nación, debemos enfocarnos en analizar qué tanto ha mejorado la vida de sus ciudadanos en un punto de la historia con relación a otro. Evidentemente que este avance en la calidad de vida estará expresado en función de la posibilidad de acceso a los bienes y servicios ofrecidos por el mercado y que coadyuvan al crecimiento integral, satisfaciendo las necesidades humanas.
Aunque el progreso puede interpretarse de manera subjetiva, las distintas variables que lo definen son eminentemente objetivas y contrastables, tal es el caso del  acceso adecuado a los servicios de salud, a la tecnología, a la electricidad, al mercado laboral, a un medio ambiente sano, a la seguridad social y ciudadana, a la educación, a la alimentación, a la diversión, entre otros componentes característicos de un clima de progreso.
El progreso real se comporta en una nación de la misma manera que un líquido al ser depositado en una vasija, ya que este fluido no solo adquiere la forma del recipiente, sino que también toca de manera perpendicular y directa todos los puntos del receptáculo en el cual ha sido vertido, ejerciendo una presión homogénea y equitativa sobre toda la superficie que impacta. Por lo que todo estado que pretenda definirse como “progreso” deberá estar matizado por un ambiente incluyente, en el cual el ciudadano no solo sea definido en su función cognitiva, sino también en su función participativa, como lo desarrollara George Soros.
Las bondades del crecimiento económico deberán pues, resistir el crisol que significa evaluar qué tanto éste impacta en el progreso de las personas que integran una determinada nación. De no pasar la referida prueba de forma adecuada, el modelo debe ser revisado.

III de III
Al hablar de “desarrollo” en el aspecto económico, nos referimos necesariamente a esa capacidad que poseen algunas naciones de generar riquezas tendentes a sumergir a sus ciudadanos en ambientes que les permitan disfrutar plenamente y de forma sostenida de prosperidad y bienestar socioeconómico.
El bienestar socioeconómico de las personas es, sin lugar a dudas, la principal característica que define el desarrollo de una determinada nación o región, por lo que todas las políticas públicas que sean adoptadas por las autoridades deben tener como protagonistas de las mismas a los seres humanos de manera integral. Desde ese punto de vista, el capital humano juega un papel predominante para que el desarrollo sea alcanzado y sostenido en el tiempo. Y me refiero al recurso humano no solo desde el punto de vista del capital económico, sino en el sentido más integral de la palabra, pues si analizamos las recientes crisis regionales y globales, nos damos cuenta de que antes que económicas, fueron crisis éticas las que impidieron que el esplendor de “los felices 90” de Stiglitz continuara durante el siglo XXI.
De hecho podemos encontrarnos con países que por décadas han preparado sus recursos humanos para alcanzar el desarrollo y mantenerlo en el futuro, sin embargo, le ha faltado el capital económico que les permita insertarse en los procesos de industrialización típicos de las naciones desarrolladas.
Por otro lado, países desarrollados, hoy ven sus economías amenazadas por deudas públicas insoportables, producto de empréstitos improductivos tomados por sus autoridades para ser gastados o invertidos en proyectos de cuestionables tasas internas de retorno.
Otros corren el riesgo de tener una baja considerable en su producto interno bruto, como resultado del envejecimiento de su masa productiva. Sumado a todo esto, el componente corrupción, pública y privada, es el mayor obstáculo para alcanzar el desarrollo.
  

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Juan Bosch votaría por el “NO” en plebiscito PLD

Conocedor de la sociedad dominicana y sus vicios, el profesor Juan Bosch, con sus manos tan firmes como su carácter, votaría a favor del “NO” en el plebiscito, que junto a la selección del candidato presidencial del PLD, se llevará a cabo el 26 de junio, donde se consultará a los miembros de esa organización política, si están o no de acuerdo con que se extienda el período de sus autoridades.  
Don Juan conocía la necesidad de aplicar en las instituciones corrientes de pensamientos que permitan que éstas sobrevivan a pesar de la ausencia de sus líderes. Creía en la “renovación del espíritu de nuestra mente”, tal y como enseñara San Pablo, como forma de conservar la razón de ser en nuestro accionar público. Promovía con su ejemplo vívido y didáctico la formación del “nuevo hombre” al cual San Agustín hacía referencia y que luego en su periplo revolucionario y de liberación asumiera Ernesto Guevara.
El profesor entendía el concepto de “Revolución Permanente” acuñado por Trotski como método efectivo para evitar que los actores comprometidos con las transformaciones sociales olviden los objetivos que le condujeron al poder y se  conviertan desde ahí, en nuevas clases burguesas con vicios similares a los descritos por él en su Colección de Estudios Sociales.   
Por su conocimiento de razones como las antes expuestas y del mismo modo que le dijo “NO” a Trujillo  cuando éste pretendía silenciarlo con un puesto en el Congreso; así como dijo “NO” al PRD cuando entendió que esa organización política había cumplido su ciclo histórico; como le dijo “NO” al grupismo que empezaba a utilizar la política como forma de beneficiarse a sí mismo y no al pueblo, a principios de los ‘90s, estoy convencido que por amor a su obra y al pueblo dominicano, Don Juan marcaria otro “NO” histórico este 26 de junio.
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