sábado, 4 de diciembre de 2010

De Watergate a WikiLeaks


En agosto del año 1974 el presidente de los Estados Unidos de Norte América Richard Nixon debió enunciar de su cargo luego de haber quedado al descubierto un conjunto de actitudes que a todas luces reñían con las sanas prácticas de la política estadounidense, se trata del sonado escándalo Watergate, en el cual se vio envuelto el estado mayor del equipo releccionista del presidente Nixon. Entre las indelicadezas realizadas por los escuderos  del presidente y conocidas todas tanto por la Agencia Central de Inteligencia CIA, así como por la Oficina Federal de Investigación FBI, estaban las programáticas y sostenidas grabaciones realizadas a la sede del Comité Demócrata Nacional en el complejo de oficinas Watergate, con el propósito de conocer las estrategias e iniciativas que el entonces partido de oposición asumiría de cara a las venideras elecciones, que obviamente ganaría arrolladoramente el presidente Nixon con una votación superior al 60%.

Meses luego del triunfo republicano y por las declaraciones de actores de primera línea en la trama contra los demócratas, el Gran Jurado Federal de los Estados Unidos, que no tiene corruptos favoritos, consideró que el presidente Nixon era cómplice de todo lo que había sucedido, obligándose éste por la vía de los hechos a presentar su irrevocable renuncia a tan anhelada posición.

La historia se repite aunque con diferentes actores y en distintos escenarios. Las revelaciones realizadas por Julian Assange líder de WikiLeaks no hacen otra cosa que no sea develar las intrigas, maquinaciones y en ocasiones planes frustrados del sistema diplomático más poderoso y organizado del mundo, el norteamericano. De confirmarse pues, la veracidad de los hallazgos de este sito web, la administración Obama se coloca en las mismas condiciones éticas y de cuestionamientos que matizaron el caso Watergate con relación a la administración Nixon, a diferencia de éste, las revelaciones contemporáneas tienen implicaciones de carácter geopolítico hemisférico y en ocasiones hasta global, lo que sin lugar a dudas podría desencadenar en un enfriamiento en las relaciones multilaterales entre las naciones afectadas por las hasta ahora ocultas informaciones y la nación del Tío Sam.

Propicio es pues el momento para recordar una sentencia bíblica en la cual Jesús expresa: “no hay nada oculto debajo del sol que no sea revelado”.

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