sábado, 27 de noviembre de 2010

Señor Alcalde, Cuál es su Plan?


La ciudad de Santo Domingo ha sido víctima de un constate ataque urbano sin responder a un proceso de planificación orientado y dirigido por las autoridades pertinentes. Este fenómeno se originó producto de las masivas migraciones que durante las últimas décadas se han producido desde los centros rurales de la nación hacia los principales asentamientos urbanos, especialmente, la Capital de Santo Domingo, motivado claro está, por la necesidad de oportunidades de desarrollo, por carecer nuestros campesinos de espacios de crecimiento que les permitan disfrutar de condiciones de desarrollo sostenible. De esta triste realidad no podemos responsabilizar a la actual gestión administrativa del Ayuntamiento de la Capital. Sin embargo, la ciudad de Santo Domingo ha carecido de planes sinceros y realistas que marquen el camino a seguir en materia de reordenamiento urbano y que integren a los munícipes metropolitanos en proyectos que les garanticen alcanzar niveles de desarrollo humano característicos de los tiempos postmodernos.

Sin lugar a dudas la administración del señor Roberto Salcedo no ha sido capaz de formular un Plan creíble y confiable para los munícipes de la ciudad de Santo Domingo, pues al caminar por la primera ciudad del Nuevo Mundo nos encontramos con mercados sumergidos en el más impervulgable hacinamiento como es el caso del conocido “Mercado Nuevo de la Duarte”, pero mayor es la indeferencia con la que la actual administración municipal ha manejado el caso del mercado de Villa Consuelo, donde por no haberse concluido el mismo, tampoco se ha construido una escuela para esa barriada, pues los comerciantes tienen ocupados los terrenos en los que ésta se ha de construir. Entrar al sector 24 de abril es una verdadera odisea, pues ante los ojos del alcalde de la capital, se ha formado un mercado en la principal entrada de ese sector.

Los capitaleños no estamos seguros de que nuestras calles serán reparadas, de que sus alcantarillados serán acondicionados de acuerdo a los nuevos tiempos, de que los molestosos entaponamientos terminarán, de que nuestras noches estarán iluminadas, de que nuestras cañadas y afluentes serán saneados y protegidos para que más personas no mueran en ellas producto de las incontrolables lluvias.

Señor Alcalde, cuál es su Plan después de ocho años de gestión? O tendremos que reclamar las mismas cosas al término de este largo período?

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sábado, 20 de noviembre de 2010

HASTA LUEGO DON FREDDY, NOS VEREMOS ALLÁ.


De esta manera se despiden aquellos que han creído firmemente en las palabras esperanzadoras del Divino Maestro cuando dijo: “El que en mí cree, aunque esté muerto vivirá”, y sin lugar a dudas, Don Freddy llegó a desarrollar una fe en el Señor Jesús que le permitió en muchas ocasiones mover hasta las montañas de incredulidad y desesperanza que dividen nuestro pueblo, unificándolo así en un solo cuerpo bajo su armoniosa sonrisa inolvidable.  Que privilegio haber tenido en nuestra tierra un ser de dimensiones excepcionales como Don Freddy, compasivo, solidario y también desprendido; sí, desprendido a tal grado, que como él mismo me dijera: “distintos partidos políticos me han ofrecido la vicepresidencia de la República en varios procesos electorales y no la he aceptado pues quiero seguir siendo para todos los dominicanos”. 

Lo recordaremos alegre, impecable, pero también implacable con aquellos que por obra u omisión dañan los cimientos de nuestra patria. Lo tendremos en nuestros corazones como una persona que hizo de la Biblia su compañera inseparable, pues en sus páginas encontró el camino hacia a la vida eterna y a través de ella experimentó una relación individual y directa con Dios. Amante de su familia, colaborador con sus amigos, ejemplo motivador, celoso con nuestro idioma y forjador de grandes talentos, supo combinar la práctica profesional del arte con la sensibilidad humana.

El legado de Don Freddy representa un gran desafío para las presentes y futuras generaciones, que verán en él un referente insoslayable de entrega a las mejores causas nacionales, por eso estamos seguros de que su vida nunca tendrá un punto final, pues acá en la tierra ya peleó y ganó la buena batalla como dijera San Pablo, ahora le corresponde la corana de vida reservada para las almas nobles como la suya.

Hasta luego Don Freddy, porque estamos seguros de que nos veremos allá.

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martes, 16 de noviembre de 2010

EL CARISMA NO ES SUFICIENTE


Un análisis breve de la situación que ha atravesado el presidente norteamericano Barack Obama con lo que él mismo definió como una “paliza electoral”, me obliga a reflexionar sobre la principal característica exhibida por este líder político: su Carisma. Esta palabra, que por siglos ha sido utilizada para definir el perfil de grandes seres humanos que han alcanzados posiciones importantes en las sociedades que les ha tocado accionar, tiene varias acepciones: una de connotación religiosa y se origina en la teología paulina estableciendo en su carta a los efesios que “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La palabra Carisma utilizada por San Pablo en este episodio bíblico se refiere a un regalo inmerecido de Dios para la raza humana que viva conforme las enseñanzas de Jesús.

Ahora bien, este término también es aplicado para describir la habilidad que ciertas personas poseen para encantar o agradar a los demás en determinadas situaciones. Es pues a esta significación de carisma a la que me refiero al encabezar el artículo con “El Carisma no es Suficiente”. Si bien es cierto que ayuda a los candidatos políticos a penetrar en el electorado y conquistarlo, no es menos cierto que debe estar acompañado de cualidades que permitan que la aceptación sea sostenible en el tiempo. No debe ser tan solo una chispa que encienda el fuego de las pasiones nacionales, sino caminar junto a proyectos y propuestas realizables, tendientes a solucionar problemas reales de aquellos que en momentos determinados fueron encantados por el carisma.

La “paliza electoral” sufrida por el presidente Obama, es una clara señal de que el efecto negativo que genera la no solución de los principales problemas de una nación, es mayor que el beneficio político producido por el carisma de su liderazgo.  

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sábado, 6 de noviembre de 2010

Dios en la Constitución Dominicana


El 6 de noviembre del 1844 la naciente República Dominicana proclamó su primera constitución, formalizando así la gesta heroica del 27 de febrero de ese mismo año e instaurando el principal marco legal sobre el cual debía versar todo el ordenamiento jurídico nacional. Aunque el proceso de elaboración de esa carta magna se produjo bajo intensas presiones de diversos sectores preocupados por garantizar en ella sus intereses, no es menos cierto que sus posteriores modificaciones han estado matizadas por similares circunstancias. Pareciera ser que los tiempos de cambios constitucionales en momentos de tensiones políticas y sociales han terminado con la puesta en vigencia de la nueva ley sustantiva el pasado 26 de enero, resultado ésta del esfuerzo motriz del presidente Fernández y de los distintos actores sociales que directa e indirectamente participaron en la misma.

Las 38 ocasiones en que se ha modificado la constitución dominicana han girado en torno a diferente tópicos, pero en todas ellas el legislador constituyente ha conservado el sentido vinculante del pueblo dominicano con el Dios de la Biblia, tal y como lo quisieron nuestros padres fundadores. Es por ello que hoy mantenemos nuestro lema nacional: “Dios, Patria y Libertad”, del mismo modo nuestros funcionarios juran ante “Dios” al momento de ocupar una posición pública, mantenemos la Biblia abierta en el centro de nuestro escudo de armas; la cruz, símbolo del cristianismo se resalta en la distribución de nuestra bandera y con la integración de un preámbulo a nuestro texto constitucional, el legislador establece que “invocando el nombre de Dios se proclama la nueva Constitución”. 

Sin duda alguna la reiterada presencia de Dios en la constitución dominicana representa un gran compromiso para nuestro pueblo y de manera especial para aquellos que se encuentran en posiciones de dirección pública, pues esto representa un constante llamado a modelar los principios divinos en toda nuestra manera de vivir.

Carlos Peña
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